jueves, 31 de marzo de 2016

El que no grite es puto

¿Quién lo inventó? Nadie lo sabe con exactitud. ¿A quién se le ocurrió gritarle puto al portero rival mientras despeja? No lo sé. Pero no es precisamente la genialidad que México esperaba. Es una corito pegajoso que nos hace sentir bien malotes en un estadio. Un lugar en el que ni siquiera eres tan malote cuando gritas una grosería, básicamente... porque todo el mundo lo hace. Duh.

Dicen las malas lenguas que surgió en el Preolímpico de Guadalajara 2004. Yo recuerdo que para Alemania ya era un grito constante, y que los reporteros del Reforma que asistieron al México-Argentina en Leipzig me contaban que los argentinos -esos mismos a los que señalamos también de insultar en los estadios- no entendían qué gritaba la afición rival. ¿Acaso gritaban buuurro? ¿O acaso Huuugo, con tal de molestar a La Volpe? 

Pasó el tiempo, y de a poco el grito se enquistó en los estadios. No tiene mayor chiste. Ni es tan ingenioso, ni muestra el folclor del mexicano, ni nada de lo que se ha dicho para justificarlo. Ni siquiera es original. Más bien es genérico, porque no es distintivo de alguna porra. Se grita en cualquier estadio y no es un factor de distracción en una jugada importante del partido. Es un insulto nomás porque sí. ¿Ofende a los porteros? No sé, pero yo veo que los arqueros ni se inmutan, en realidad. 

Pero por alguna razón la gente lo disfruta, se desvive al vomitarlo en cada maldito saque de meta. Es el grito que más veces se escucha en cualquier partido. En el que ustedes me digan hay más saques de meta visitantes que lo demás: se grita más que el “ole”, más que el “culeeero”, más que el “ya pítaleee”, y seguro, más que “goool”.

Para mí no es un grito homofóbico porque nadie presupone que tal o cual portero pueda ser gay o no. No he leído, escuchado o conocido alguna queja de la comunidad LGBT porque se hayan sentido aludidos u ofendidos directamente. Les parecerá de mal gusto, igual que muchos de nosotros, lo lamentarán y condenarán. O habrá quienes hasta lo griten en los estadios. Pero, agredidos directamente… no. No ha sucedido.

Tampoco es una alusión directa a la apariencia de alguien en especial, como por ejemplo los ruidos de mono que cobraron relevancia mundial en aquel España-Inglaterra del 2004, en el Santiago Bernábeu, cuando aficionados españoles hostigaron a jugadores ingleses de raza negra. Aquello sí sacudió las portadas de toda Europa, movió fibras sensibles que tenían que ver con dilemas históricos en el Viejo Continente. "Se tiene que parar o sucederá otra vez", dijo ese día Jermaine Jenas, uno de los aludidos. Desde entonces, solo se han presentado brotes, y nadie está orgulloso de ello. 

Si no tiene ningún trasfondo, ¿entonces por qué tanto desmadre por el grito de puto? ¿Por qué cuando la FMF prende una alerta después de una multa de FIFA, la gente no solo no hace caso, sino se indigna y grita más fuerte la palabra puto a un portero canadiense tan malo como la comida caduca? ¿Por qué hay indignación entre los simpatizantes del grito como si les quitaran un derecho divino, un imaginario derecho a insultar? Creo saber por qué. 

El grito es nuestra creación, la creación del pueblo. Es nuestro insulto, nuestra invención, nuestro monstrito. Es una tontería, pero es nuestra y nadie nos la tiene por qué quitar. Es de lo más triste. Porque aunque sea un grito vacío, sin chiste y platanón, no queremos que nos lo quiten. Porque si no podemos insultar al que no puede hacer nada, ¿qué nos queda? Ir a aplaudir. Ah. Mmm. Qué divertido. 

No gritar puto no nos quita nada. NADA. Pero, ¿por qué habríamos poner el interés de alguien más por encima del nuestro? A ver, primero que la FIFA no sea corrupta, y luego que nos diga, ¿no? Ellos qué. ¿Qué importa si México gana notoriedad porque su afición grita ¡puuuto! bien fuerte y todos juntos? ¿Qué más da? 

Es que así somos, dijeron algunos directivos.

Y sí. Así somos. Incapaces de reflexionar sobre un grito bastante idiota. Miopes para notar que los niños le gritan puto a sus compañeros. Que en el basket también le gritan puto a cualquiera que vaya a la línea de los libres, o en el voli a los que sacan. Que aficionados le gritan “puuuta” a las porteras en el futbol femenil. Igual está chistoso, ¿no? Solo parece, pero no lo es.

El lenguaje importa. El grito de esa palabra es un insulto sin sentido y no promueve nada bueno. Díganme iluso, pero no está bien que México se dé a conocer al mundo por un insulto. Porque es un insulto, ni duda cabe. 

Me frustra que la gente defienda un fenómeno que nos quita más de lo que nos deja. Que nos mancha en la imagen y claro, en lo deportivo. Mucha gente parece decir, ¿qué más da? Total, que nos quiten puntos, juguemos a puerta cerrada. Permitamos que el tiempo se lleve esa cursilería llamada “ola mexicana, y en vez de ello quede institucionalizado el “puto mexicano”. Que nos conozcan por esto. Por nuestras necedades, por nuestros arrebatos, nuestra falsa identidad y nuestras joyas del nuevo glosario mexicano. Que juegue el Tri así, a puerta cerrada. Pero nuestro grito nadie nos lo quita. Aunque luego nos rebajen puntos y México no vaya al Mundial, y nos pasemos día y noche hablando de ello. 

Esperen, ya entendí. Todo esto es un plan perfecto, ¿verdad? Porque si sancionan a México, entonces diremos que es una injusticia, y ésa es la especialidad de la casa. No indignaremos, aunque nos lo hayan advertido.  Diremos que la FIFA es un asco, y que los federativos mexicanos nunca hicieron nada. Pero eso sí, seguiremos gritando puto, porque nadie nos puede decir qué está bien y qué está mal. 

Porque así somos.

Y no vamos a cambiar.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Le dieron RESET al basket

Pensé que era imposible, pero no. Lo han hecho una vez más, y en esta ocasión llegaron a un nivel insospechado. Así es. El basquetbol mexicano ha logrado lo impensable: encontrar el fracaso incluso en los más grandes éxitos.

Y antes de cualquier otra cosa, quiero dejar en claro algo: con esta columna no busco exponer mi opinión sobre si creo o no que los directivos se hicieron patos para no pagar la lavandería o el sobrepeso en el equipaje del equipo mexicano, ni tampoco me interesa saber si estuvieron atrás de los jugadores en cada partido, como si eso jugara un rol determinante en el desempeño de Gustavo Ayón y compañía.

Es que eso es lo de menos. Lo grave de lo que ha pasado este miércoles 24 de septiembre de 2014 radica en que todos, absolutamente todos los directivos fueron incapaces de seguir adelante con un proyecto exitoso con la Selección Mexicana. No era encontrarlo. No era construirlo. No era comprarlo. ¡Ya lo tenían!

Ha sido como echar al desagüe la fórmula que garantiza la eterna juventud sólo porque no te gusta el color de la sustancia que elaboraste. Los federativos en México hablan de “proyecto”, de “continuidad”, de “largo plazo” y no actúan ni tantito con la intención de llenar esas palabras huecas. 

¿Cuál es el motivo por el cual no continúa Sergio Valdeolmillos como Coach nacional? Pregúntenselo a él, dijeron primero. Luego argumentaron que él decidió romper su contrato con los Halcones de Xalapa por cuestiones personales, y sostuvieron que esa decisión iba directamente ligada a su gestión como Entrenador del Tri. ¿Por qué? 

Todos los caminos llevan al dinero. Valdeolmillos ganaba 60 mil dólares al año, algo así como 65 mil pesos al mes. El español ha expresado que su sueldo no ha sido solventado al 100 por ciento, situación que negaron los directivos. La típica rebatinga. “No podemos ser rehenes de nadie”, clamó Carlos Padilla, presidente del COM. ¡Pues qué habrá pedido el coach! ¿Tanto como para que decirse ofendidos por un entrenador que ganó el título continental, el de la zona, el boleto a Olímpicos, y el pase a Octavos en el Mundial para perder dignamente contra EU? 

Si todavía tuviéramos el territorio, yo le hubiera dado California.

Parece que trata de no compartir el poder. Parece que se trata de arrebatar por arrebatar. Porque si era un proceso, ¿por qué no pusieron a Ramón Díaz Sánchez, auxiliar de Valdeolmillos? ¿por qué no Sergio Scariolo, del estilo de Valdeolmillos, quien guió a España a tantos éxitos recientemente? ¿Por qué Bill Cartwright -contra quien no tengo nada-, contactado casi casi por casualidad? ¿Proceso y continuidad? Sí, cómo no.

Pensé que habíamos avanzado, pero no. Estamos donde empezamos. Porque Cartwright no conoce ni el país, ni al equipo, ni el idioma, y lo más peligroso, ni a quienes toman las decisiones en torno al Equipo Nacional. Pero no tiene la culpa el gringo, sino quien lo hace compadre. Y que quede claro algo: si se logra el boleto a Olímpicos, no por eso no será un error no continuar con Valdeolmillos.

Pensé que era imposible, pero no. Acaban de apretarle RESET al videojuego… justo cuando estábamos por rescatar a la princesa.

lunes, 30 de junio de 2014

Queríamos amor y nos dieron romance


No podemos culpar a México por enamorarse.

Por favor, no lo neguemos. Lo de México es como la aventura a una tierra tropical que te promete todo pero que no te asegura nada. México se fue al Mundial prácticamente de mochilazo, pero como enamoradizo como él solo, se dejó flechar y su corazón comenzó a latir muy fuerte.

Con esos rulos hidratados bajo el marco y el porte de un gafete con 4 mundiales, la Selección empezó a coquetear con todos al dejar plantados a los Leones, se convirtió en una de las más cotizadas del Mundial al hacerle semejante desplante al anfitrión de la Copa. Y luego para colmo le echó tres a los de los cuadros blancos y rojos, y los dejó tendidos en el campo.

México buscó emociones en Brasil y las tuvo. Sobre todo cuando la guapa se vistió con su tradicional foliaje verde para encarar a los rubios de naranja. Pero ahí a la Selección la bajaron de la nube cuando creyó que ya pertenecía en sociedad. Confió en que sus encantos le darían la victoria nomás por merecerla, y se la arrebataron de las manos. Hoy México está con ese terrible sentimiento de cruda, comiéndose unos tacos de triste realidad.

Ojalá me entiendan bien: México no quería un rapidín. Quería que esta arrancada exitosa durara todo el mes y quedara grabada para la posterior. Que la adrenalina lo hiciera llegar hasta el final del camino, pero México olvidó que ese tipo de aventuras sólo son pasajeras. México cometió el error más grave: se enamoró de la que no debía enamorarse.

Se enamoró de una Selección atractiva, encantadora, una Selección con un verso impresionante, una que tiene un carisma especial, pero que por su propia naturaleza no podía ofrecer mucho más. Una Selección que se formó a las prisas, sin proceso de enamoramiento, sin muchos jugueteos de práctica, sin sólidas bases en las cuales crecer. México quiso amor del bueno y la Selección sólo le dio romance.

A México se le olvidó por unos días que las relaciones sólidas se forman con el tiempo, a través de la constancia, del procurarse, del llamado constante de los mismos jugadores, del crecimiento paulatino, de tolerarse sus errores, de apoyarse en las buenas y en las malas. Se le olvidó lo que ha pedido toda la vida. Ahora México aprende a frentazos: en las relaciones exitosas hay que saber perdonar.

Hoy lo que queda es el recuerdo de un amor fugaz que se nos fue entre los dedos. Fotos en el celular que nunca borraremos, borracheras épicas que nos hicieron caer al piso de alegría, y esa canción que entonamos juntos una y otra vez en cada estadio hasta que nos sacaron porque ya había que cerrar el lugar.

Queremos relaciones duraderas, pero nos da miedo el compromiso. Lo logramos alguna vez de 2002 a 2006, y el noviazgo acabó muy desgastado. Desde entonces tronamos cabezas por tronar, y hasta antes de ésta, las demás las cortamos casi por despecho, las usamos a conveniencia. 

El éxito está en el largo plazo. No sabemos si cuando volvamos a la realidad este romance dará para algo serio a cuatro años, pero está la esperanza y la idea de intentarlo. Tenemos su teléfono y su whatsapp. Si no funciona será una lástima.

Pero de algo sí tenemos certeza: siempre... siempre nos quedará Brasil.

viernes, 13 de junio de 2014

Cupido japonés



Que no se nos olvide: este jueves fue Día de los Enamorados en Brasil, y sí, vayan que la noche acabó en romance entre la aficion en Sao Paulo y la Canarinha.

Todos los temores por los retrasos en el estadio quedaron atras. La ceremonia de inauguracion se celebró sin mayores contratiempos. Los brasileños se lucieron con los temas en los que son expertos. Representaron su ambiente, su vegetación, su fauna, sus bailes, sus sonidos, y el numerito acabó con el We Are One... y el vestidito de Jennifer Lopez.

En este enamoramiento, la pieza clave fue cupido. Un cupido japonés, el árbitro Yuichi Nishimura, quien regaló un penal al que solo le faltó envolver con un moño rojo.

Felipao dice que no importa y que él no juzga al árbitro. La afición verdeamarela tampoco pareció preocuparse. Sin embargo, yo digo, si esta será la tónica localista del Mundial...  Santos... uh... ¡tenemos un problema! El siguiente rival es México.

Hay varios candidatos para llevarse la Sopa del día. Y no, no es el árbitro Nishimura. No, tampoco es Pitbull con ese look horrendo con camisa fajada como tío, pantalón blanco brincacharco y sin calcetines. El de la sopa es Fred, cínico él, que despues del clavado que se aventó todavía la agradeció al cielo que se lo marcaran.


¿Sabes qué, Fred? ¡Cómete la sopa!

miércoles, 4 de junio de 2014

Mi primer Mundial


Cada vez que alguien pregunta que por qué tanto alboroto por el Mundial me dan ganas de darle un zape. El Mundial es muy importante simplemente porque la vida se mide en Mundiales.

¿Has ido a algún Mundial? ¡Yo nací en año Mundialista! Guey, vénganse a la casa para ver el Mundial. ¿Te acuerdas dónde estabas cuando el Matador le metió gol a Holanda? ¿Cuál fue el primer Panini que coleccionaste? El primer Mundial del que me acuerdo es Italia 90. ¿¿Tú desde Alemania 74?? ¡Yo ni había nacido!

Mi primer Mundial sobre la faz de la tierra fue España 82, con unos meses de nacido. Relataba mi abuela que me hacía abrir la boca para darme de comer al grito de ¡Platiniii! De México 86 tengo flashazos, pero nada claro. De Italia 90, el primer Panini que coleccioné, sin llenarlo. Y los recuerdos en casa de mi primo Omar del Colombia-Camerún y de los penales del Argentina-Italia.

De EU 94 ya puedo construir historias. Los goles de Luis García los grité en mi salón de sexto de primaria, con 50 niños reunidos alrededor de una telecita de unas 28 pulgadas. En Francia 98 me contagié un poco del “grinchismo” de mi primo Antonio, pero me lo sacudí a tiempo para gritar como nadie el gol de Temo ante Bélgica, y lamentar como todos el palo del Matador contra Alemania.

En el 2002, ya en universidad, el Mundial se cruzó en el verano entre semestres. Entre desveladas macabras con mi compadre Hadi y café árabe intomable (pero muy efectivo para aguantar de madrugada y ver un Brasil-China) que nos preparaba el tío Michel, estaba en curso mi proceso de ingreso al Reforma. Mi primer día de trabajo, el lunes 24 de junio previo a las semifinales, me tocó ver a la mitad del staff que llegaba con unas ojeras terribles porque su jornada era de 10 PM a 6 AM. Eso era lo mío.

Para Alemania ya trabajé de lleno en la cobertura, desde la redacción del Reforma. Me tocó revisar qué publicaban los demás periódicos para hacer una fina síntesis y enviarla a todos los editores y reporteros enviados, con tal de saber qué nota habíamos ganado y cuáles otras perdido. Todo esto en medio de la polarizante elección presidencial del 2006. 

Tenía la ilusión de ir a Sudáfrica 2010. Sin embargo había encabezado el proyecto de transformar la página web del periódico y esa labor me ataba a la redacción. Viajamos a Monterrey para montar el sitio mundialista desde allá, en un encierro de 45 días. El Huracán Alex inundó toda la ciudad y complicó todo al cuadrado. Casi por acabar el Mundial decidí escribirle a Vadana, a los cuatro días de volver a México salimos por primera vez y cuatro años después acá ando planeando boda.

Hoy estoy haciendo maletas para viajar a mi primer Mundial desde la sede. Ya he viajado a Liguillas, Finales, Panamericanos y Olímpicos, pero la fiebre y el movimiento que causa un Mundial no tiene comparación. Acá trataré de contarles mis andanzas mundialistas, de cómo se vive, se goza y se sufre una cobertura de la Copa. Anécdotas habrá de sobra.  

No importa dónde estés, siempre recordarás dónde estuviste en el México-Camerún. Se los digo y ustedes lo saben: la vida se mide en Mundiales. 

domingo, 30 de marzo de 2014

Algo pasó en Madrid



Para ser pintor no necesitas ser una buena persona. Las imágenes, los colores, lo que queda plasmado en el lienzo no tiene nada que ver que con eso. Para ser obrero tampoco tienes que ser buena persona. Tampoco para ser político o policía de tránsito es un requerimiento vital. Menos en estos días.

Para ser director técnico, sí necesitas ser una buena persona. Corrijo, para ser un director técnico cuyo trabajo trascienda al mundo, sí debes serlo. Y José Mourinho hoy parece estar más cerca de ser un amargado, egocéntrico resentido, que de ser una buena persona.

Hoy da la vuelta al mundo una foto en la que Mourinho intimida a un niño de no más de 7 años que desempeñó la labor de recogepelotas en el partido del Crystal Palace contra el Chelsea de Mourinho. Muy al estilo del tío que no tiene el menor sentido del trato infantil, en la imagen el portugués levanta el índice al niño, quien lo ve con una extrañeza muy particular, mientras aficionados detrás del chamaco ya comienzan a reclamarle al entrenador de los Blues.

No está de más decir que el Chelsea estaba por perder 1-0 ante el Palace, en un partido que significaría mucho en la carrera por la Premier, y por lo mismo, en el prestigio de Mourinho. Por supuesto que no tengo la certeza de qué fue exactamente lo que le dijo Mourinho al recogepelotas, pero dudo mucho que haya sido un consejo para la vida. "Le dije que no hiciera eso [perder el tiempo], porque corría el riesgo de que alguno de mis jugadores perdiera el control y le diese un golpe", publicó El País.

¿Saben quién fue recogepelotas? Pep Guardiola. Famosísima es su foto persiguiendo a Víctor Muñoz para pedirle su camiseta cuando tenía más o menos 10 años, y otra festejando mientras Terry Venables, entonces DT del Barcelona, es cargado en hombros. ¿Saben quién es actualmente el técnico más codiciado del mundo? Pep Guardiola. No digo que Guardiola no tenga defectos, pero nadie puede conseguir 3 Ligas de España, 2 Champions League, un montón de títulos más y ahora, la Bundesliga con mayor anticipación de la historia en su primera temporada con el Bayern… siendo un patán.

No digo que Mourinho sea un patán. Pero tampoco puedo asegurar que no lo sea. Lo que sí puedo asegurar es que antes no lo era. Antes, cuando ganó una UEFA y una Champions con el Porto. O cuando ganó dos Ligas con el Chelsea. O cuando ganó otra Champions con el Inter. Cuando despertaba alabanzas de gente como Didier Drogba y Frank Lampard, quienes lo consideraron como un padre. Y no como cuando salió de Madrid, peleado con medio mundo a pesar de ganar un Liga y una Copa en 3 años, distanciado de Cristiano Ronaldo y Pepe, sus dos jugadores más cercanos, por criticarlos abiertamente en la prensa. Y no como ahora [más allá de si tenían permiso de grabarlo o no], que critica a sus delanteros, en particular a Eto’o, quien también lo considera como un padre. Hoy está peleado con Pellegrini, y con Wenger, y con Benítez, y con Ancelotti. Y el Chelsea está cerca de perder la Liga.
No tengo idea de qué, pero algo, algo pasó en Madrid. Algo pasó en esas disputas contra Pep y Vilanova. Algo pasó al tener tanta atención mediática. Algo pasó que trastornó su imagen de un tipo exitoso a pesar de no haber jugado futbol a nivel élite, a un tipo insoportable precisamente por tanto éxito.

Y lo que pasó en el Crystal Palace-Chelsea puede que haya sido sólo una anécdota. Para mí, no. Para mí es la confirmación de que este Mourinho no es el de antes, al que admiré en su primera etapa con el Chelsea. Yo lo tengo muy claro.


No sé qué, pero algo pasó en Madrid.

lunes, 2 de septiembre de 2013

¡Qué injusta es la vida con Bale!



Qué injusta es la vida con Gareth Bale.

Qué injusta es la vida con Gareth Bale, quien de acuerdo a Andrew Bloch, jefe de la agencia de relaciones públicas Frank PR, ganará de sueldo 24 millones de pesos al mes, o sea, 6 millones de pesos a la semana, 850 mil pesos al día, 40 mil pesos la hora, 680 pesos el minuto.

Qué injusta es la vida con Gareth Bale.

Qué injusta es la vida con un jugador que estuvo 3 meses en vilo por saber dónde jugaría esta temporada, a pesar de ser el mejor jugador de la mejor liga del mundo, del deporte más popular del mundo.

Y sí, qué injusta es la vida con Bale, porque ser el mejor jugador de la mejor liga del mundo, no lo convierte en el mejor jugador del mundo. No señor. Porque al pensar en una lista de las 10 estrellas más grandes de la actualidad, Bale no cabe: Messi, Ronaldo, Neymar, Zlatan, Ribery, Cavani, Suárez, Van Persie, Iniesta y Robben.

No puede ser, qué injusta es la vida, porque con su traspaso de 100 millones de euros (85 millones 400 libras con exactitud, según reporta Diego Torres de El País), ha financiado el reforzamiento de su hoy ex equipo, el Tottenham, que ya contrató a Soldado, a Lamela, Paulinho, Erikssen y Capoue, para lucir junto a Adebayor, Defoe, Sandro, Lennon y Vertonghen, paradójicamente más fuerte que el año pasado.

Qué injusticia, caray, porque Bale es un buen chico, que se presentó en el Bernabéu con toda su familia y se ha aventado la puntada, muy humilde, de decir: "El precio no tiene nada que ve conmigo. Yo vendría aquí aunque sea por un centavo".

En serio!!?? Nos hubieras ahorrado todo el trato, muchacho!!!

Es que en serio, ¿qué culpa tiene Bale de que hayan desangrado al Madrid con el fichaje más caro de la historia, y que éste haya sido por un lateral izquierdo. Porque eso es Bale, un lateral izquierdo, que en veces juega adelantado y seguramente así lo hará en el Madrid. Porque en Gales, por cierto, juega de 10, pues así lo requiere una selección con la que no ha jugado, y sinceramente dudo que juegue algún día un Mundial.

Y qué culpa tiene Bale de que el Tata Martino haya dicho que el precio pagado por Bale es un insulto al mundo hoy en día. Qué culpa tiene Bale de llegar con ese sueldo a la capital de un país en crisis, con la mitad de los jóvenes de su edad en desempleo. Qué culpa tiene Bale de que se le pague una millonada nada por lo que fue, poco por lo que es, mucho por lo que puede ser, y muchísimo por lo que parece ser.

Qué injusta es la vida con Bale. Lo juzgamos con tal severidad cuando ni siquiera ha jugado un minuto. Y cuando su costo/beneficio por camisetas vendidas ya puso su inversión en números negros. El chico tendrá que soportar esta presión y responder de inmediato, adaptarse al equipo, sobrellevar y convivir con Cristiano Ronaldo, y tener cuidado de no opacarlo para no dañar su ego. Y cobrar, les repito, 850 mil pesos al día.

No cabe la menor duda. La vida es muy injusta cuando vales 100 millones de euros.

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